lunes, 13 de febrero de 2017

El amor de su vida

       Al fin lo había conseguido, noche tras noche soñando lo mismo desde hacía años, su rostro lo reflejaba perfectamente. Las lágrimas podrían saltar de aquellos ojos vidriosos de un momento a otro, y su cara tenía dibujada una estúpida sonrisa de felicidad. Una luz muy tenue teñía de un intenso rojo las paredes, a juego con los pétalos que había esparcidos por todas partes, la ocasión bien lo merecía. Todavía le costaba creerlo, la mujer a la que había amado toda su vida estaba allí, tumbada al otro lado de la cama. ¿Podría sentirse más afortunado?, ¡claro que no!, todo estaba sucediendo tal y como él lo había imaginado tantas veces en su cabeza.
       Quizás fuera poco más que un niño la primera vez que la vio, pero su corazón quedó prendado para siempre por el verde salvaje de sus ojos. El amor era para él algo extraño, un idioma que nunca nadie le había enseñado, hasta ese preciso instante. Justo cuando sus miradas se cruzaron, lo entendió perfectamente. Aunque varios años de instituto les unieron, él era un chico tremendamente tímido. Pensó que la amistad sería un buen comienzo, necesitaba que ella estuviera en su vida de algún modo, y tal vez algún día aquello podría cambiar. Sin embargo, nunca tuvo el valor suficiente para dar un paso hacia adelante. Los años fueron volando uno a uno, mientras sus noches se consumían lentamente, siempre con su imagen como estrella. El tiempo condenó su indecisión, y como sentencia vería sus caminos separados, cada vez más y más. Lo único que todavía le mantenía unido a ella, su amistad, terminó siendo todo un tormento. ¿Cómo pudo llegar a pensar que ser amigos sería una buena idea?, estar a su lado sin poder tenerla, sin poder decirle todo lo que sentía, era la peor de las torturas. La esperanza mantuvo vivo su amor durante años, pero la desilusión lo convirtió rápidamente en obsesión. Los sueños que le hacían volar cada noche pasaron a ser terribles pesadillas, la ilusión de la que se había alimentado tanto tiempo dio paso a un dolor que no podía soportar.
Pero aquel sufrimiento no sería eterno, un día tomó la firme decisión de dar un giro a su destino. Después de aquello, ya no tendría que soñar más, ni tampoco volvería a llorar de desesperación. Ahora ella era para él, sólo para él, no había nada ni nadie entre los dos. Los nervios asaltaron su cuerpo por completo, su mano no dejaba de temblar. Cuando por fin acarició la cara de su amada, sintió que su piel estaba algo más fría de lo habitual, aunque él ya se imaginaba que sería así. Al hacerlo, sus dedos se mancharon de sangre, pero tampoco aquello tenía importancia para él, nada iba a poner fin a la magia de la escena. La vida les había separado demasiado tiempo, ahora la muerte les uniría para siempre.

Forrest Gump Robert Zemeckis Tom Hanks
Foto: Forrest Gump (1994) Dir. Robert Zemeckis

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