domingo, 19 de febrero de 2017

Por destino la locura

Aunque todavía era posible ver a una tímida Luna, los primeros rayos del alba ya habían entrado en escena. Aquellas no eran horas para merodear por allí, la carretera que cruzaba aquel árido paisaje estaba desierta, casi por completo. Una alargada silueta atravesaba la calima a toda velocidad, las manos que sujetaban el volante bien sabían que detenerse no sería una opción. Su juicio estaba nublado por completo, los tambores no dejaban de resonar en su cabeza. Ajeno al peligro que se alzaba ante sus propios ojos, el temerario conductor cerró los ojos por un momento con una inquietante tranquilidad. La locura no era la única causa de sus delirios, algo más había empezado a correr por sus venas sin control.
Las millas se sucedían una detrás de otra, parecía que ningún obstáculo pondría fin a aquel disparate, un viaje absurdo con la muerte como único posible destino. Pero, ¿de qué estaba huyendo?, sólo él podía saberlo con certeza. ¿De la muerte, tal vez?, no eran pocos los que habían puesto precio a su cabeza. Llevaba años tentando a la suerte  con sus turbios negocios, las mismas drogas que ahora nublaban su mente tenían la culpa. ¿Del vicio, entonces?, la adicción había domado su voluntad hacía años. Quizá aquello fuera razón suficiente para muchos, no para él, había elegido libremente aquel camino. ¿Podría ser por amor?, ese mismo amor que tanto había envenenado su alma, mucho más que cualquier otra sustancia. Sin embargo, y a pesar de la intensidad de aquella pasión, de todos los momentos compartidos, ella siempre fue la última de sus prioridades. Nada de aquello tenía que ver, ¿es que acaso tenía que haber algún motivo? Si aquel trayecto era un sinsentido era, precisamente, porque no había ninguna razón.
La vida para él era poco más que un juego, una continua partida de cartas, nunca se había tomado nada con seriedad. Los últimos años se había dedicado a tomar errores por decisiones, pero era lo único que le hacía sentirse vivo. ¿Qué importaba todo lo demás?, hacer lo correcto era demasiado aburrido, ¡aquello sí que sería echar a perder su vida! No era sólo aquel viaje, su vida entera no tendría más destino que su propia locura. El camino era ahora un callejón sin salida, y el final parecía estar muy cerca. Los dados estaban en el aire, y el redoble de los tambores era cada vez más intenso. Si todo tenía que acabar, ¿a quién le importaba?, su trastorno le había devorado hacía ya mucho tiempo. Pero el apetito de su demencia era voraz, y no iba a saciarse sólo con él. El asiento del copiloto no estaba vacío, también aquella joven aterrorizada sería víctima de su locura.

Pulp Fiction Quentin Tarantino John Travolta
Foto: Pulp Fiction (1994) Dir. Quentin Tarantino

lunes, 13 de febrero de 2017

El amor de su vida

       Al fin lo había conseguido, noche tras noche soñando lo mismo desde hacía años, su rostro lo reflejaba perfectamente. Las lágrimas podrían saltar de aquellos ojos vidriosos de un momento a otro, y su cara tenía dibujada una estúpida sonrisa de felicidad. Una luz muy tenue teñía de un intenso rojo las paredes, a juego con los pétalos que había esparcidos por todas partes, la ocasión bien lo merecía. Todavía le costaba creerlo, la mujer a la que había amado toda su vida estaba allí, tumbada al otro lado de la cama. ¿Podría sentirse más afortunado?, ¡claro que no!, todo estaba sucediendo tal y como él lo había imaginado tantas veces en su cabeza.
       Quizás fuera poco más que un niño la primera vez que la vio, pero su corazón quedó prendado para siempre por el verde salvaje de sus ojos. El amor era para él algo extraño, un idioma que nunca nadie le había enseñado, hasta ese preciso instante. Justo cuando sus miradas se cruzaron, lo entendió perfectamente. Aunque varios años de instituto les unieron, él era un chico tremendamente tímido. Pensó que la amistad sería un buen comienzo, necesitaba que ella estuviera en su vida de algún modo, y tal vez algún día aquello podría cambiar. Sin embargo, nunca tuvo el valor suficiente para dar un paso hacia adelante. Los años fueron volando uno a uno, mientras sus noches se consumían lentamente, siempre con su imagen como estrella. El tiempo condenó su indecisión, y como sentencia vería sus caminos separados, cada vez más y más. Lo único que todavía le mantenía unido a ella, su amistad, terminó siendo todo un tormento. ¿Cómo pudo llegar a pensar que ser amigos sería una buena idea?, estar a su lado sin poder tenerla, sin poder decirle todo lo que sentía, era la peor de las torturas. La esperanza mantuvo vivo su amor durante años, pero la desilusión lo convirtió rápidamente en obsesión. Los sueños que le hacían volar cada noche pasaron a ser terribles pesadillas, la ilusión de la que se había alimentado tanto tiempo dio paso a un dolor que no podía soportar.
Pero aquel sufrimiento no sería eterno, un día tomó la firme decisión de dar un giro a su destino. Después de aquello, ya no tendría que soñar más, ni tampoco volvería a llorar de desesperación. Ahora ella era para él, sólo para él, no había nada ni nadie entre los dos. Los nervios asaltaron su cuerpo por completo, su mano no dejaba de temblar. Cuando por fin acarició la cara de su amada, sintió que su piel estaba algo más fría de lo habitual, aunque él ya se imaginaba que sería así. Al hacerlo, sus dedos se mancharon de sangre, pero tampoco aquello tenía importancia para él, nada iba a poner fin a la magia de la escena. La vida les había separado demasiado tiempo, ahora la muerte les uniría para siempre.

Forrest Gump Robert Zemeckis Tom Hanks
Foto: Forrest Gump (1994) Dir. Robert Zemeckis

martes, 7 de febrero de 2017

Crisis emocional

Cuando ya no tenemos más remedio, todos huimos del frío. Es entonces cuando buscamos el calor, y siempre lo encontramos en un fuego distinto. Y al final, siempre volvemos a quemarnos, y entonces pensamos que algún día aprenderemos de una vez la lección: “La persona a la que amas es la única que puede llevarte a lo más alto”. No tienes nada mejor, será mejor que vuelvas y la encuentres.
Como niños escondidos en un armario, no podemos saber lo que pasa fuera. Y es que a veces todos nos salimos de lo habitual, nos dejamos llevar por trucos baratos, o por unas palabras ingeniosas. Pensar que la persona a la que amas te puede hacer daño ahora resulta algo difícil de creer, pero no olvides que todo el mundo a veces muerde la mano que le da de comer.
Un joven cualquiera miró un día a su alrededor, y entonces se dio cuenta de que todo el mundo intentaba hundirle. Bueno, eran ellos o él, la paz no sería posible. Porque si alguien se preocupara de verdad, se habría tomado al menos un momento, para tratar de comprender la desilusión de los demás. Recuérdalo: “Nadie dijo que este juego al que llamamos vida fuera justo”.
El tiempo pasó, y el joven se fue para conocer el frío, pensaba en él como su hogar. Porque si no había nada que valiera la pena, prefería estar solo. Y si todavía la llamaba por costumbre, era sólo porque el amor ya se había acabado. A pesar de todo, no dejaba de preguntarse una cosa: “¿Si hiciera bien las cosas, le confiaría su amor de nuevo?”, como cuando ambos sabían que lo tenían. Pero el daño ya estaba hecho, y los dos estaban huyendo del amor otra vez.
Resulta curioso que todo fueran rosas, cuando tenían el fuego entre sus manos. Sin embargo, sólo porque estuvieran ganando en el amor, no quería decir que en realidad fueran afortunados.

Versión libre de “Breakdown”, del Álbum “Use Your Illusion II” (1991)
Art. Guns ’n Roses

Guns N Roses Use Your Illusion II Breakdown Axl Rose Slash
Foto: Portada del Álbum “Use Your Illusion II” (1991) Art. Guns ’n Roses