lunes, 7 de noviembre de 2016

Camino a la belleza, Parte 2

Ninguna noche antes había sido tan larga como las últimas, su cama nunca había visto dar tantas y tantas vueltas entre los recovecos de aquellas viejas sábanas. Y no es que tuviera compañía, más allá de esa soledad que le arropaba cada noche, aunque no le habría importado en absoluto que así fuera. Ella no podía saberlo todavía, pero su nueva compañera de rellano se había convertido en la ladrona de sus sueños. Ya no habría otra imagen en su mente que no fuera ella, los nervios y otras emociones que era incapaz de comprender no tardarían en ahuyentar a esa tranquilidad que llevaba años persiguiendo. ¿Quién habría dicho que ahora era uno de esos idiotas de los que se compadecía hacía sólo unas semanas?
Al principio llegó a pensar que aquello no podría durar mucho, pero pronto se dio cuenta de que sus pensamientos no iban a escapar de aquella mujer sin más. Sabía que la única manera de acabar con aquella maldita tortura mental era armarse de valor e ir a por ella. ¿Qué problema podía haber?, aunque hubiera pasado mucho tiempo desde la última vez, ya había tenido que hacerlo en alguna que otra ocasión. Sin embargo, había algo en esa mujer que le hacía enmudecer casi por completo cada vez que se cruzaban. Quizá fuera por ese azul tan claro que parecía dar vida propia a sus ojos, o tal vez fuera por el brillo dorado que irradiaba su larga melena. Lo único seguro era que, cada vez que dejaba escapar la oportunidad de hablar con ella, se acababa sintiendo realmente estúpido. ¿Por qué sería tan complicado?, ¡cuántas veces había perdido la noción del tiempo jugando a imaginar qué podría decirle! Pero al final todos esos encuentros con los que soñaba despierto no serían más que fantasía, al igual que esa imagen de ella desnuda y cubierta de pétalos, como en aquella película, que era imposible borrar de su mente.
Y así pasaron, lentamente, los días, las semanas e incluso los meses. Y aunque todavía no hubiera sido capaz de articular palabra alguna en su presencia, en el interior de su cabeza ya eran cientos los momentos inolvidables que había vivido a su lado. Su deseo de sacarlos de allí y hacerlos realidad de una vez se hizo tan grande que, tras llenar sus pulmones con algo de aire y sobre todo de coraje, al fin logró encerrar sus miedos por un instante y emprender aquel largo camino que llevaba a su apartamento. Sin embargo, se llevó una gran sorpresa al ver abierta esa puerta que tantas veces había cruzado en sus sueños. El vacío de sus paredes pronto le hizo comprender que el último tren a aquella belleza había pasado ya. 

Camino a la belleza, Parte 1:

American Beauty Sam Mendes Kevin Spacey
Foto: American Beauty (1999) Dir. Sam Mendes

2 comentarios:

  1. Me encanta el relato Alberto. No se si ha terminado o continuará... ¡Te seguiré!

    Saludos desde: https://zmoyamilo.blogspot.com.es/

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    1. Muchas gracias, a veces el mejor final es el que se encuentra dentro de nosotros mismos... Un saludo!

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